Por Rodolfo Sánchez
Hace algunas noches tuve una charla de esas que apuntan como para ser por de más tensas...
Sentados allí en una cómoda
salita planteábamos cada uno de los tres asistentes nuestros puntos de vista mientras los otros dos escuchaban o escuchábamos atentos.
Debo confesar que tenía mis
reservas sobre el resultado de tal acontecimiento, y sin embargo no
pudo ser mejor.
El encuentro no fue como yo pensaba, al contrario fluyeron las palabritas de lo más lindo y
hasta terminamos con un par de sonrisas y el mismo número de anécdotas.
De todo eso hoy quiero rescatar justo una de las historias que
las dos presentes me contaron con tal alegría y gusto que logró interesarme y se me quedo
bailando en la cabeza. Decían palabras más palabras menos... "Hay por estos rumbos un
viejito que es todo un caso, anda con un bastón y se mete sin más en todas las conversaciones
y como por arte de algún poder mágico de teletransportación se aparece por todos lados... ese
es el mismo viejito que antes andaba por la calle con su andadera aunque, dato curioso, jamás
la apoyaba en el piso para caminar...". Y es que resulta lindo conocer esas historias de
gente extraordinaria que anda por la gran ciudad. ¿No les parece? ¿Seguro tienen ustedes
una historia similar? ¿Nos la quieren contar...?
Hace algunas noches tuve una charla de esas que apuntan como para ser por de más tensas...
Sentados allí en una cómoda
salita planteábamos cada uno de los tres asistentes nuestros puntos de vista mientras los otros dos escuchaban o escuchábamos atentos.
Debo confesar que tenía mis
reservas sobre el resultado de tal acontecimiento, y sin embargo no
pudo ser mejor.
El encuentro no fue como yo pensaba, al contrario fluyeron las palabritas de lo más lindo y
hasta terminamos con un par de sonrisas y el mismo número de anécdotas.
De todo eso hoy quiero rescatar justo una de las historias que
las dos presentes me contaron con tal alegría y gusto que logró interesarme y se me quedo
bailando en la cabeza. Decían palabras más palabras menos... "Hay por estos rumbos un
viejito que es todo un caso, anda con un bastón y se mete sin más en todas las conversaciones
y como por arte de algún poder mágico de teletransportación se aparece por todos lados... ese
es el mismo viejito que antes andaba por la calle con su andadera aunque, dato curioso, jamás
la apoyaba en el piso para caminar...". Y es que resulta lindo conocer esas historias de
gente extraordinaria que anda por la gran ciudad. ¿No les parece? ¿Seguro tienen ustedes
una historia similar? ¿Nos la quieren contar...?
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